Más que un castillo, podría considerarse una fortaleza, completa con un puente levadizo, prisiones, torres de vigilancia, fraguas donde se forjaban las armas, construidas encima

de una roca hacia el año 1080, excavada en parte sobre la misma roca y construida en parte sobre ella, formando un cuerpo único y homogéneo. ¡Estamos hablando del castillo de Sperlinga, uno de los más fascinantes de toda Sicilia, con una vista muy panorámica y no muy adecuado para quienes sufren de vértigo!

Este castillo adquirió fama a raíz de los hechos relacionados con las Vísperas Sicilianas, revuelta popular que estalló en Palermo en 1282 contra la dinastía francoaragonesa, que dominó la isla desde 1266, culpable de un comportamiento excesivamente cruel con la población, además de haber implantado una política fiscal demasiado opresiva. La revuelta estalló el 31 de marzo de 1282 cuando, a la hora de las vísperas, los franceses se permitieron ofender a una mujer que acababa de casarse. Su marido, comido por los celos, mató a un soldado aragonés y este fue el pretexto para animar la revuelta que se extendió por toda Sicilia.
Pero fue precisamente en el castillo de Sperlinga donde encontró refugio una guarnición francesa que, junto a un grupo de sicilianos, logró resistir los asaltos durante 13 meses antes de capitular finalmente. Se dice que los habitantes de Sperlinga, encerrados en el castillo con los franceses, para hacer creer a los equipos palermitanos sitiadores que tenían abundantes provisiones, tocaban los cencerros de las ovejas como si todavía hubiera un rebaño y ordeñaban a sus mujeres para hacer pequeños caci que tiraron de las paredes.