"La ciudad de d'Engio (antiguo nombre de Troina) para ser colocada en un acantilado, era todo pedregoso alrededor; pero los que la llaman Engio dicen que tenía un suelo muy gordo".
"Llegó, pues, a Troina, cuyos habitantes greco-cristianos ya le habían acogido de nuevo, y de nuevo le acogieron con el mismo calor que antes; fortificó la ciudad según sus intereses, aunque, dada la naturaleza montañosa del lugar en que se encontraba , habría sido bastante defendible".